Cuando era chica, más chica, con mi hermano veíamos la mantequilla de maní en el supermercado y rogábamos a mi mama para que la comprara, pero ella nos respondía "no, no se la van a comer".
Hasta que un día cedió y pudimos probar la famosa mantequilla de maní que veiamos en dibujos animados estadounidenses...
... y bueno, no nos comimos toda la mantequilla de maní, porque no nos gustó. Pensábamos que era dulce, pero no lo era... y ahí quedo en el refrigerador hasta que la botaron. Nunca más compré ni comí mantequilla de maní.
Hasta ahora.